Parece mentira…
Hay veces en que podría compararme con Funes el Memorioso, puedo decir, con orgullo y pena a la vez que mi memoria es mi perdición.
2 años, 2 meses y 28 días.
Atesoro fechas dolorosas, fechas de dicha, números, hechos, situaciones.
A veces se me escapan detalles, cierto, pero las heridas en mí no cicatrizan, sólo reviven, para que la carne siga ahí, expuesta, dejándome indefenso ante el dolor.
Dolor causado por un destino que no elegí, que no busqué, pero acepté como mío y decidí seguir hasta las últimas consecuencias. No me escapo de él.
2 años, 2 meses y 28 días pasaron desde el momento en que morí.
Y volví de mis cenizas.
No fue la primera vez que sucedió. Tampoco sería la última. Pero estaba en pleno proceso. Volver de las cenizas no es instantáneo para mí. No soy como otros Fénix. Cada vez que revivo paso por un momento de desprotección, como una pequeña infancia dentro de cada ciclo vital, cada reencarnación.
Y fue así como llegué a la adolescencia de esa vida, con los descuidos típicos que podría tener.
La reina araña tejió su telaraña y yo por distraído, por verde, porque desde que volví no pude madurar de la adolescencia, caí, no lo busqué, ni de casualidad. No pensaba acercarme a ella. Tal vez fue ella la que la tejió cerca mío.
No sé como carajo sucedió, pero cuando reaccioné no podía zafarme.
Quise.
Intenté.
Y cedí. La araña se acercó a mí. Pero supe que las arañas no se lo comen a uno vivo, esperan que uno se muera para convertirlo en su alimento.¹
Fue así que esperé pacientemente mi fin.
Pero no, al poco tiempo decidí reaccionar otra vez. Casi me libero de la telaraña. No sé que sucedió ahí, pero cuando me di cuenta otra vez estaba rendido.
Y cuando sentí el aliento de la muerte cerca mío. Cuando ese olor a sangre rancia viciaba el aire y lo espesaba. Cuando creí que la araña se iba a hacer un festín de mi futuro cadáver, me dejó ir.
Pero antes se quedó con mis alas.
¹– Esto no tiene ningún rigor científico en lo absoluto, es meramente literario e ilustrativo.
Comentarios recientes